FAM: El cuerpo también quiere el descanso eterno

Mar Sifre Rigol

FAM es un réquiem en busca del descanso de los cuerpos, también en vida y especialmente de los disidentes. Reconciliarse y encontrarse con las heridas que se acumulan en la piel, las que se ven, las que se sienten y las que no sabemos que tenemos. Les Impuxibles hacen un espectáculo incómodo, también para ellas mismas.

La biografía corporal de cada una de las intérpretes ha sido el motor de la creación, y por ellas pasan temas como los trastornos alimentarios, el racismo, el envejecimiento, la sexualidad, la fobia a la obesidad y el colonialismo. Cuatro cuentos que tratan problemas endógenos y exógenos al cuerpo, pero que repercuten.

Clara Peya, directora, compositora e intérprete de FAM , cree que ellas tampoco son conscientes del espacio que ocupa su cuerpo: «De vez me he dado cuenta de que ha sido el centro de mi vida, el motor que me socializa y me define, incluso «. De hecho, poner el cuerpo es una manera de vivir y percibir el arte característica de Les Impuxibles.

En la vorágine de la creación no calibran la implicación que hacen desde el lugar más profundo y se manifiesta en otras áreas de la vida. «Después ves todo lo que te está afectando, modificando y atravesando«, explica Ariadna Peya, directora, coreógrafa e intérprete del espectáculo.

Cada una de las actrices decide hasta donde se involucra -también lo tendrá que hacer el público-, pero saben que están sumergidas. El compromiso de todas ellas, además, les ha permitido generar un espacio donde compartir y poner en común sus complejos, así como tejer una red de relaciones donde no sólo han confesado preocupaciones y conflictos.

La dramaturga de FAM , María Velasco, lo describe todo ello como «nuestras heridas al servicio del diálogo«. La intención final es colectivizar y permitir una reflexión común que convierta inmunidad para todos, para que deje de hacer daño y de causar más.

La mezcla de lenguajes escénicos, adaptada para personas sordas, va desde la música en directo hasta la danza, pasando por la palabra y el texto escrito, sumado a un trabajo que Ariadna Peya define como «muy de intérprete y desnudo, sin artificios «. No quieren dejar ninguna persona fuera, pero saben que se les escapan muchas realidades.

Clara Peya tiene claro que intenta no hacer sentir a nadie como lo han hecho sentir a ella: «Que no soy válida porque no tengo ningún encaje en la sociedad. Mi cuerpo no es deseable, no está bien, no voy a entrar más en los cánones y lo tengo que compensar siendo simpática, graciosa o talentosa «. La desconexión con el cuerpo para destacar cualidades que lo equilibren, pero Las Impuxibles lo ponen en el centro para velar por su reposo.

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