Anna Sahun es psicóloga y tiene un objetivo: encontrar la manera de hacer que la gente deje de ser idiota. Ramon Madaula es el conejillo de indias, un hombre que pasa por dificultades económicas y que se presenta a las pruebas de una importante fundación de investigación que le promete € 5000 para hacer un test. Jordi Casanovas vuelve a la comedia negra y el thriller psicológico con Idiota, que será en la Sala Muntaner hasta mediados de junio.
«Todos somos idiotas», dice Ramon Madaula, «nos enredan cada día, 24h, en la televisión, los periódicos, en todas partes. Y esta función habla de eso, de cómo podemos llegar a ser de idiotas «. El actor encarna al protagonista de este «artefacto teatral» de Jordi Casanovas donde se bate en duelo con Anna Sahun, la psicóloga que le llevará al límite en una prueba tipo test con la que pretende demostrar que podemos dejar de ser idiotas. Una hora y quince minutos de absoluta tensión en el que los personajes no salen de escena en ningún momento y donde el público acaba siendo cómplice de un juego de enigmas.
Con toques de ciencia ficción, thriller y comedia negra similares a obras del mismo Casanovas como Un hombre con gafas de pasta o Cena con batalla, Idiota también habla de la crisis. «Es de las obras que hablan de la crisis que más me ha gustado», dice Madaula. «Si no fuera por las dificultades económicas, mi personaje no se habría presentado a este test, ni estaría dispuesto a hacer lo que le hacen hacer». Con 20 bolos por Cataluña en la espalda, también destacan la respuesta del público. «Jordi está obsesionado en llegar al espectador, pero no es sólo una obra pensada para que guste, sino que también hay una catarsis. Nos dice: señores, somos así «. Aunque durante la obra el público se divierte, «te da una bofetada que hace que al salir de la obra haya muchas cosas a hablar», asegura Sahun. Además, explican los actores, el público acaba participante de la obra, porque «no puede evitar responder a las preguntas del test antes de que el personaje». De hecho, «se sienten más inteligentes que él, a quien a menudo le cuesta responder preguntas aparentemente obvias y sencillas». Pero esto, dice Casanovas, gusta porque el personaje no cae bien y, hasta un límite, «pensamos que ya está bien que la psicóloga del apriete».