La historia de la familia Raluy tiene todos los ingredientes de una película de Hollywood. De hecho, sus centenarias caravanas y su circo-museo fueron, en 2011, escenario de la presentación de la película Agua para elefantes, ambientada en un circo de los años 30 y protagonizada por Robert Pattinson y Reese Witherspoon . La compañía era el sitio ideal para la puesta de largo de esta superproducción. Una visita al Raluy es un auténtico viaje en el tiempo que no necesita ni decorados ni postproducción, es un sueño con los pies en el suelo.
En los últimos años, la familia se ha dividido en dos compañías, y una nueva generación de mujeres (Louisa y Kerry en el Circ Raluy Legacy y Rosa en el Circ Històric Raluy) ha tomado el relevo a los cuatro hermanos, todos hombres (Lluís, Carlos, Eduardo y Francis). Ellos son la segunda generación de la estirpe, hijos de Marina Tomàs, igualadina de buena familia, y Luis Raluy Iglesias, acróbata nacido en Carcasona (Francia) en 1911. Conocido como El Tigre de Sant Adrià, a mediados de los años 30 hacía exhibiciones en las playas de Sant Adrià de Besòs y formaba parte, ya, de los grupos Los Oliveras y Los Keystone.
Marina, que se había trasladado a Barcelona, se enamoró del acróbata Luis Raluy y decidió dejar la vida acomodada para empezar una vida nómada. De esta manera tan romántica nacía la estirpe Raluy. Entre los años 40 y 50 del siglo pasado, la pareja actuó en los grandes circos europeos y el nombre de Raluy se esparció como la pólvora gracias a dos números de alto riesgo, espectaculares y únicos: el hombre bala y el triple salto mortal en automóvil. Con los años, los hijos de la segunda generación también empezaron a hacer un número de barras fijas y durante 15 años actuaron en prestigiosos circos, como el Cirque de Hiver de París y el Blackpool de Londres.
La familia se fue haciendo mayor -los hijos se casaban- y esta época triunfante de artistas contratados dio paso a inicios de los años 70 a la fundación de un circo familiar, que en una primera etapa tuvo varios nombres: Alabama, Moscú-Portugal, Moscú y Ringland. Viajaron por medio mundo y durante tres años estuvieron de gira por Portugal, hasta que la Revolución de los Claveles estuvo a punto de nacionalizar el circo y regresaron a Cataluña.
Era un circo tradicional, hasta que, poco a poco, la familia fue recogiendo caravanas y vehículos antiguos antes de la Segunda Guerra Mundial para restaurarlos. Así se fue convirtiendo en el circo a la antigua que todos conocemos y podemos admirar, una Navidad más, en el Port Vell de Barcelona.
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