Una corriente de energía muy especial atraviesa el patio de sillones cuando el público es el protagonista. Y si lo forman niñas y niños la euforia estalla. En Copiar, la compañía Animal Religion propone un juego escénico compartido de movimiento, luces y música que esconde una idea tan sencilla como crucial: nuestras cabezas son cajas llenas (de sueños, de ideas, de imaginación), basta con abrirlo las y dejarse llevar por ese “superpoder”.
Quim Girón, Moon Ribas, Joan Cot y Jou Serra firman colegiadamente los espectáculos de esta compañía de nuevo circo que, desde que llegó a la escena, le ha enriquecido con propuestas interdisciplinarias, mucha originalidad en forma y en fondo , y una experimentación con los códigos. Como señala Joan Cot: “Trabajamos colectivamente, ninguna disciplina está por encima de la otra. Utilizamos nuestras herramientas de una u otra manera según lo que queremos contar”.
Copiar, que es una coproducción de la Sala de Sabadell y el Mercat de les Flors, es la última de sus apreciadas creaciones, entre las que encontramos I les idees volen…, Fang, Sifonòfor (por la que recibieron el Premio Especial Ciudad de Barcelona), Chicken leg o Indomador. Esta última, que ponía en el centro la cuestión de la animalidad humana, supuso en 2014 el inicio de una fructífera etapa como colectivo, con Quim Girón, un preparadísimo artista de circo, como frontman.
Todos somos únicos
El resorte narrativo que utilizan en Copiar tiene que ver con la tendencia, o capacidad innata que todos tenemos para imitar lo que hace el otro, un instinto que ellos reivindican y utilizan para convertir el teatro en un espacio de participación. Con Quim Girón como conductor, los escolares imitan sus movimientos y sonidos desde las butacas y desde el primer minuto. Un pequeño grupo de ellos subirá al escenario gran parte de la obra para acompañarle. Alzar las manos, saltar, girar, tirarse al suelo o deslizar los brazos, toda una serie de tareas que se completan con la manipulación de unas cajas lumínicas de varios tamaños que dan un gran juego visual. Voz, sonido y música conforman un mapa sonoro variado que fortalece la textura contemporánea de la pieza, estrenada hace un año.
Para Girón, los últimos trabajos con niños los nutren como creadores, “experimentar en artes escénicas es un aprendizaje por la vida, abre y da perspectiva. Esta práctica nos beneficia a nosotros. Para los niños es un juego que les hace entrar en un imaginario. Cuando están en un espacio escénico rodeados de luces y sonidos el viaje es más fuerte, pisar la escena hace que la experiencia sea mucho más fuerte”.
Dirigido a niños de 8 a 10 años, en Copiar la participación de este pequeño grupo invitado a subir a la escena es lo que marca el pulso de la propuesta. “Como la imitación es un código que existe mucho dentro de nosotros, cuando lo activamos, sale. Para hacerlo a mí sólo necesito pasármelo bien yo mismo, proponer cosas muy honestas y con libertad. Con esa confianza el grupo se va sumando y cuando estamos todos ya no nos detiene nadie. El truco es soltarse”, concluye.
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