El TNC abre temporada reivindicando la figura de Anselm Clavé y su obra musical a través de la que se considera la primera zarzuela catalana, L’aplec del Remei.
Xavier Albertí asegura tener una obsesión personal con Clavé y L’aplec del Remei. De hecho, tenía claro desde el primer día que aceptó el cargo como director del TNC que se habría de representar a toda costa. En ese momento no había ninguna partitura íntegra localizada y parecía difícil de conseguir. Un aviso de la Interpol los puso en alerta: se estaba a punto de subastar un manuscrito y materiales de Clavé en Venezuela. Tras comprobar que la venta era lícita y que provenía de algún descendiente de exiliados, la Federación de Coros de Clavé lo compró. Sin embargo, la partitura no salió. Fue con el acuerdo de digitalización del fondo del Liceu con la UAB cuando, finalmente, se recuperó la partitura original del 1958. Albertí había dado la alerta de que si salía algún material de Clavé le avisaran, y así fue. «Con esta partitura hemos podido romper los tópicos de que era un músico aficionado. De hecho, si no sentimos más obra de Clavé es porque no es nada fácil», asegura el director, que se lamenta de que «en este país hemos despreciado hasta extremos dolorosos nuestro patrimonio musical».
«L’aplec del Remei es un absoluto tesoro de la lengua catalana, un festín del idioma. Hay una gran cantidad de registros lingüísticos que hasta ahora no habían aparecido «, sigue el director del TNC. Pero más allá del valor musical, Albertí también tiene claro que hay que resaltar su vertiente social y política, el Clavé federalista, «uno de los grandes hombres que intentan una transformación profunda del Estado». Y es que su obra fue eminentemente social. Reflejado por la moda europea del momento, Clavé dio, a través de las corales, «la primera textura de cohesión de la clase obrera». «Tenía clara la voluntad de expansión de conciencias y formación musical -explica Albertí, que considera que estaba lejos del mito de la «moral montserratina» de alejar los obreros de las tavernas-. Además, empleaba las estructuras musicales como tapadera para proveer a la clase obrera de herramientas de ayuda económica en casos de enfermedad, invalidez…»
La implicación de Clavé en una época de grandes movimientos convulsos para destronar una monarquía corrupta e instaurar la República le conllevó varios exilios. Clavé, sin embargo, era una personalidad muy especial. A pesar de ser un republicano federalista, mantenía una buena amistad con Isabel II, a quien no dudaba de pedir ayuda en caso de necesidad. «Clavé asumía la realidad del país, y se podría decir que usaba herramientas burguesas para conseguir mejoras para los obreros y propiciar la revolución social», explica Albertí.
Fue en la vuelta de uno de estos exilios cuando el Liceu le encargó una pieza de teatro lírico en catalán. Hasta el momento, varios autores catalanes habían estrenado, pero siempre en lenguas extranjeras. En 1958 finalmente estrenaría L’aplec del Remei, una obra que bebe del teatro europeo y en especial de Las bodas de Fígaro de Beaumarchais y el reflejo del cambio de época que se está viviendo. «Está llena de juegos formales e irónicos. Las referencias no son evidentes porque se jugaba un nuevo exilio, pero en las protagonistas podemos ver las sombras de Isabel II, la reina regente o el teniente O’Donnell «. Sin embargo, la obra está llena de intrigas amorosas y sexuales.
La versión que se podrá ver en el TNC incluye una dramaturgia de Josep Maria Miró a partir de otros textos de Clavé, Ignasi Iglesias o Albert Arribas. La encargada de dirigir el espectáculo no será otra que la reconocida directora polaca Wanda Pitrowska (el alter ego de Albertí), que tendrá a sus órdenes la Gran Orquesta Sinfónica de la ESMUC, un corazón y varios actores para levantar una pieza que, asegura el director, «es tan moderna que la podría haber escrito Carles Santos».