La nueva propuesta de La Kompanyia del Teatre Lliure tiene dos aciertos indiscutibles: el reparto y la puesta en escena. El vestuario, la luz, la música, la utilización del espacio del Lliure de Gràcia y, por supuesto, las excelentes interpretaciones convierten Victòria d’Enric V en todo un placer desde el punto de vista estético (y eso sin mencionar la escena final sobre un escenario lleno de agua, una de las soluciones más originales que he visto jamás sobre un escenario). Por desgracia, este acierto en la puesta en escena no se corresponde con la calidad de la adaptación del texto de Shakespeare. Precipitación en los cambios de escena, saltos bruscos de espacio y tiempo, monólogos desnudos sin los diálogos introductorios y una cierta sensación de prisa y desorden me obligaron a mantener un nivel de atención inusualmente alto para poder seguir la trama con tranquilidad.
Sin embargo, os aseguro que solo por ver los toma y daca de los personajes interpretados por David Verdaguer y Albert Prat ya vale la pena pagar la entrada. Y por la escena final.
Quizá no sea redondo, pero no deja de ser un muy buen trabajo.