Estamos tan acostumbrados a priorizar la vista a la hora de valorar un espectáculo que resulta realmente sorprendente el reto de adentrarse en esta propuesta de teatro en la completa oscuridad.
Se trata de una experiencia sensorial, te proponen entrar en la sala totalmente a oscuras, agarrado a los hombros del público hasta llegar a las butacas, y una vez ahí, estar dispuesto a dejarse llevar. Una serie de sonidos, olores, y músicas grabadas y en directo se van sucediendo durante 45 minutos, sin palabras, sin imágenes, más que las que se aparecen en tu cabeza debido a la asociación que hacemos de los sonidos que escuchamos.
En esta propuesta tan interesante teatralmente hablando, he echado en falta un pequeño contexto, una historia o una ficción, ya que nos permite sentir de formas diferentes, notar como los sentidos ajenos a la vista se expanden y toman presencia.