Segunda oportunidad para ver este año en Barcelona la obra de Marc Artigau y Queralt, la cual es una de aquellas pequeñas sorpresas agradables de nuestra cartelera. En esta, el autor nos plantea una historia en la que las apariencias juegan un papel importante y donde el uso de la palabra y el valor de los sentimientos inconscientes se convierten en protagonistas. Además, se trata de una pieza que sabe jugar muy acertadamente con el suspense, el cual está orquestado por una dirección sutil y ejecutado por unas interpretaciones contenidas. Aún así, la parte final de la obra resulta un poco confusa y apresurada, sin llegar a dar tiempo al espectador a entender muy bien qué está sucediendo, hecho que provoca un pequeño desconcierto. Realmente, es una lástima porque el resto de la pieza es bastante redonda y está muy conseguida, tanto a nivel de dramaturgia, con una trama bien conducida y llena de metáforas, como nivel artístico, donde destaca una gran Anna Ycobalzeta, sin dejar de valorar a sus dos compañeros. Así pues, podemos decir que Un mosquit petit es una obra interesante que provocará que el espectador reflexione al salir de la sala sobre las diferentes capas de lectura propuestas y los temas planteados. Sin duda, este mosquito no es tan pequeño como parece.
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