Turisme Rural es una comedia repleta de giros inesperados que hacen que el espectador se mantenga en tensión en todo momento. Galceran y Belbel son los responsables de esta obra cuyos enredos, a veces un poco forzados o demasiado largos, nos llevan a situaciones inverosímiles que desembocan en un final inesperado.
Los cinco actores que están sobre el escenario juegan con los diálogos para hacer que nos metamos en la historia, aunque en algún momento puedan parecernos excesivamente estridentes todo está minuciosamente pensado. El decorado es el salón de una casa rural en la que la pareja protagonista va a pasar un fin de semana romántico. Los diferentes elementos de este salón forman también parte de la historia: por ejemplo, un acertado armario cuyo contenido cambia constantemente provocando más de una sorpresa o la puerta de entrada al salón cuyos portazos asustan al principio, pero a medida que transcurre la obra ya casi ni los oímos. Y como colofón final el humo de ambiente y los juegos de luces que apoyan las escenas de enredo matrimonial y de terror sanguinario.
En definitiva, Turisme Rural es una comedia al uso, una obra para pasar un buen rato sin provocar una gran carcajada, pero sí pequeñas muecas simpáticas. El desenlace final se articula en torno a un giro inesperado que llega gracias a una llamada de teléfono que aporta lucidez a toda la trama.