Obra en la línea ya llevada a cabo por la sala de adaptar películas al teatro (Doce hombres sin piedad, Tarde de perros).
Leída la sinopsis, texto basado en un texto de la gran Agatha Christie y visto el material publicitario, pensaba que iba a ver un texto de drama e intriga judicial, de aquellos con tensión, interrogatorios brillantes y suspenso. Es cierto que el final cumple con creces su función de sorprendernos a todos, pero no ha sido lo que esperaba. Mi culpa por no haber repasado la película, supongo, así que es más que posible que el que no me ha gustado no sea más que lo que ya había en el original. Y es que he encontrado excesivo los toques de humor con el papel de la enfermera, (sentada a ratos en el patio de butacas comentando el juicio) que le dan un aire de comedia (así la describen los actores al final) que no me ha encajado con la ambientación y trama judicial.
Los papeles no dan mucho oportunidades de lucimiento, pero Jordi Coromina sobresale como abogado defensor y alguien debería corregir el acento alemán de Empar Lòpez, que se parece demasiado al francés. Escenografía austera pero efectiva, vestuario muy adecuado y dirección que hacía tiempo que no veía (los personajes dialogando pero mirando al público, como antes) y la oportunidad de ver caras diferentes a las que habitualmente, al menos yo, veo a los escenarios.