Empar Moliner, la escritora, articulista y colaboradora todoterreno de los medios de comunicación catalanes, publicaba en 2004 la compilación de cuentos Te estimo si he bebido. En él alardeaba de su afilado sentido del humor, de la capacidad para retratar las contradicciones de nuestra sociedad, la amargura que rodea muchas relaciones de pareja o los límites del políticamente correcto. Es divertidísimo y, como tenía que ser, lo aclamó la crítica y lo premiaron en varias ocasiones. Más de una década después sirve de inspiración a las compañías La Brutal, Dagoll Dagom y T de teatro para emprender su primera aventura escénica juntos, ahora que también se inician como compañeros en la gestión del Teatro Poliorama.
David Selvas dirige la pieza, una aventura peligrosa a priori, por la cantidad de elementos dispares que reúne en un solo espectáculo. Spoiler: se sale airoso. El talento de Selvas para domar historias populares el puerta a situar los cuentos de Moliner en un bingo: el Bingo de la Vida, donde las bolas salen azarosas después de rebotar por el bombo a diestro y siniestro. Quién ha pisado nunca un bingo (o un karaoke) ya sabe que se encontrará: una mezcla de gente random esperanzada para ganar algo, alcohol barato y bastante decadencia. Todo es agridulce a un bingo: ganas 100 € y pierdes 200 €. Pero sales bastante del revés, has reído y has pasado un buen rato, y si vas al Bingo Billares de la Gran Vía, probablemente sales con un fular con estampado de leopardo de regalo.Te estimo si he bebido tiene las mismas vibes: todas las historias son agrias en el fondo, y dulces porque las interpretan unas siempre inspiradas Maman Duch, Marta Pérez, Carme Pla y Ágata Roca (T de Teatro), acompañadas del polifacético Ernest Villegas, el hilarante Marc Rodríguez y una Merced Martínez, que hace brillar los momentos musicales compuestos con maestría por Andreu Gallén (están a Spotify, añadidlos a vuestra playlist de 2021).
El espectáculo con canciones (que no espectáculo musical) está tejido por historias independientes, donde Moliner, que también firma la adaptación escénica, aborda temas como el amor, el acoso escolar, la hipocresía de las clases altas y bajas, pequeños dramas primermundistes, las contradicciones dentro de los activismos, la infelicidad de los matrimonios, las rutinas absurdas de una pareja o miserias del oficio de columnista. La diversión de risa y sonreír es constante. El formato, próximo a la obra de sketchs que ha menudeado T de Teatro, es donde la compañía de actrices se siente más cómoda. Salen de la zona de confort y se aventuran en el género del musical, inédito encara a su trayectoria. Bromean y se excusan repetidas veces por el intrusismo, pero el público estimamos a las T de Teatro. Lo hacemos incondicionalmente e incluso, cantante y bailando siguen haciendo mucha gracia. Ahora bien, el público más joven notará la visión de las relaciones que plasma la autora con cierto Flow 2000, que canta la Bad Gyal. La autora se jode en múltiples ocasiones de las relaciones tóxicas de parejas infelices que se están juntas por no vivir en soledad, a pesar de que se pasan las horas discutiendo. Por suerte, la sociedad ya sube más crítica con este modelo sentimental que tanto hemos visto en la vida real y en plasmado en la ficción de las últimas décadas. Inevitable no reír pensando «que bien se está no reproduciendo este patrón de mierda».
Sin duda este Te estimo si he bebido tiene todos los ingredientes para pasar unas buenas tardes al teatro: bonos y estimados intérpretes y diversión a expensas de las miserias humanas. Abrís esta botella, que lo acabaréis estimando.