Veinticinco años de complicidades

T de Teatre: E.V.A

T de Teatre: E.V.A
05/07/2017

Ya han pasado veinticinco años desde el momento en que un grupo de alumnas que se acababan de graduar en el Institut del Teatre decidieron tirarse a la piscina del teatro profesional. El resultado fue Petits contes misògins, una fresca y desintoxicante carta de presentación que les daría muchas satisfacciones. Lo que vino después (Homes!, Criatures, Jet lag, Això no és vida, Com pot ser que t’estimi tant...) ya lo conocemos todos, y conocemos también las que han marchado, las que han vuelto, los satélites que han tenido siempre a su alrededor, los directores y autores cómplices, etc. En veinticinco años han probado esquemas diferentes, sin miedo a equivocarse y con ganas de ir aprendiendo de los mejores. Fueron a buscar a Sergi Belbel, a Javier Daulte, a Alfredo Sanzol, a Pau Miró… y ahora han contado con Julio Manrique y todo su equipo. La pieza que ha salido es un compendio de cosas diversas: un autohomenaje consciente, una comedia sobre la amistad, un drama sobre el dolor y la forma de procesarlo, etc. Muchas tramas y una duración, quizás excesiva, de dos horas. En una obra así hay tiempo para todo, desde escenas o personajes que sobran hasta momentos tiernos y realmente emotivos. Creo que el texto está bastante bien trabado, pero quizás es la habilidosa e inteligente dirección de Manrique la que hace que todo tome sentido y quede mejor cohesionado. Los actores, por su parte, cumplen con creces con su trabajo, aunque quizás habría que destacar -debilidad personal- a la siempre infalible Àgatha Roca y a la divertidísima Rosa Gámiz, recuperada de la formación original del grupo.

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