epertorio clasiquísimo (¡gracias! que a veces nos olvidamos de piezas maravillosas entusiasmados con lo más contemporáneo), con un dominio de la voz como pocas veces se ve fuera del género lírico puro.
Los grandes musicales de los 50 y 60, esos clásicos de la época dorada que Sylvia Parejo ( (Epónine en Los Miserables, Diva en Priscilla…) hace suyos desde Don’t rain on my parade (Funny Girl), Hello, Dolly, I feel pretty (maravillosa) de West Side Story, I could have danced all night (My fair lady), Singin’ in the rain, My favorite things (Sonrisas y lágrimas)…
Un lujo revivir las creaciones de amor y desamor, de ilusión y reivindicación de Bernstein, Kern, Rodgers, Sondheim, Styne… con Gerard Alonso (Ciutat de gespa) al piano, la dirección de Joan Vàzquez (Paquito forever) y la colaboración de Albert Bolea (Rent) en People will say we’re in love (Oklahoma).
La dramaturgia no es especialmente destacable (una diva esperando a su amante que no llega y un camarero que revolotea esperando una oportunidad) pero da igual, Sylvia Parejo no necesita más que su talento, registros, presencia, simpatía, entrega y unas piezas clásicas para transmitir las emociones. Opta, además, por hacer reacer el peso en ella misma y sus canciones, hemos ido a verla y escucharla, no necesita regodearse en los aplausos ni en buscar conexión “personal” con el público con comentarios o anécdotas; es con su arte, las letras, la música y cómo las interpreta con que nos gana, conquista y nos deja rendidos. Y es que no hay diálogos, prácticamente, lo que entronca con la magia del musical, que las canciones (como el baile) es la expresión sublime de aquello que no somos capaces de expresar con palabras. Y la emoción llega. Como aquí.