El silencio de la montaña y el murmullo del miedo

Solitud

Solitud
15/08/2021

Descubrí “Solitud” y “Drames rurals” durante mi adolescencia. Con esta puesta en escena recupero la profunda impresión que me causaron.

Caterina Albert tuvo que usar un pseudónimo para publicar unas obras que habrían quedado en la papelera de la historia. Más de un siglo más tarde, podemos hablar de Víctor Català sabiendo que detrás de este nombre existe la más profunda conocedora del alma humana femenina.

Solitud fue publicada en forma de fascículos en la revista Joventut entre marzo de 1904 y mayo de 1905. Alicia Gorina nos ha regalado un trabajo respetuoso con el texto resaltando todos aquellos aspectos que, seguramente, la autora hubiera destacado de su obra: la montaña y su silencio, el murmullo del miedo, la sensualidad de la naturaleza, el descubrimiento del deseo, la brutalidad como contraste con la delicadeza de las palabras y los sentimientos más nobles del alma femenina.

Se suspendió en marzo del 2020 por el estado de alarma.  Ahora la he podido ver en TNC digital y lo agradezco porque la riqueza del vocabulario y del lenguaje de esta novela montañesa no se puede paladear de una sola vez. El formato me ha permitido verla otra vez, apuntar notas, escribir palabras para buscarlas más tarde, retroceder y avanzar. Ha sido un verdadero placer y un trabajo de investigación de esta gran novela del modernismo catalán.

Parecía imposible que una novela descriptiva como “Solitud” pudiera ser llevada al teatro. Estaba intrigada y temerosa de que el resultado traicionara el gran recuerdo que yo tenía de ella. La dramaturgia de Albert Arribas tejiendo la descripción, narración, diálogo y movimiento te transporta al misterio de la montaña y a los sentimientos de Mila, magníficamente interpretada por María Ribera.

En este caminar por las alturas del paisaje alrededor de la ermita y las profundidades de los sentimientos de Mila, la acompañan Pepo Blasco, la parte más primitiva y animal que llevamos dentro, el pastor que, con el placer de la palabra y el gusto por el recitado de sus rondallas, despierta los ocultos sentimientos y el deseo no descubierto. Es Pol López quien encarna el papel de la montaña y la gente que la habita, la riqueza de la palabra y la musicalidad del lenguaje. Espléndido trabajo actoral de este texto maravilloso.

Podría diseccionar toda la obra: los originales cambios de escena, la idea de la participación del público escuchando la rondalla del pastor, que no se pudo llevar a cabo por la obligada distancia entre las personas, los elementos rurales que se utilizan para situar la escena, los actores-actrices como narradores, etc. Pero prefiero deciros que no dejéis de verla.

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