Se estrenó a finales del pasado año. Obtuvo el “Premi de la Crítica al Millor Text 2019”. Como a muchas otras obras, la pandemia la ha dejado en reposo, la ha confinado durante medio año pero ahora renace y revive con fuerza.
Ramon es una historia de fracasos, de pérdidas, de duelos y de las dificultades para superarlos.
Mar Monegal es la autora y directora y merecedora del Premio que se le concedió. Es un texto actual, ágil, mordaz, satírico, divertido y crítico. (Monegal aprovecha para comentar la situación de la profesión de las artes escénicas).
Francesc Ferrer es el intérprete de este monólogo. Consigue transmitir todos los estados de ánimo que le exige el texto. Son noventa minutos de un trabajo en solitario. Su desconcierto, desánimo, tristeza, ironía y miedos llegan a las butacas más alejadas del escenario. Sencillamente, sublime. Él es también el músico que canta y toca la guitarra. Los temas que empieza, los acordes, las cortas melodías son utilizadas hábilmente para cambiar de tema, para saltar de los problemas actuales a los recuerdos del pasado en el que la familia desempeña un importante papel. Estos saltos en el tiempo también se ven facilitados por la escenografía (Anna Tantull), sencilla pero muy versátil con elementos que Ferrer utiliza para moverse con agilidad por todo el escenario.
Una ingeniosa utilización de recursos teatrales permite que entren en escena otros personajes. Se consigue gracias a la misma escenografía, al cambio de lugar del protagonista o a la utilización de otro registro de voz, la conexión con los amigos y familiares mediante el móvil, el sonido de los mensajes en off, la situación estratégica de la puerta en el pared del fondo que permite salir de la habitación y conversar con otros miembros de la familia siendo audible para el público.
Las proyecciones sobre las tres paredes del escenario aportan más información al guion y refuerzan el sentido de la escena. Marcello Mastroianni y Anita Ekberg (Dolce Vita) acompañan al público a la entrada del teatro y lo sitúa en uno de los recuerdos más entrañables de la infancia del protagonista.
La cuidada y milimetrada conjunción de texto, interpretación, escenografía, luz (Conxita Pons) i audiovisuales (Toni Roura) consigue un resultado redondo y que salgas del teatro con la satisfacción en la cara, la emoción en el corazón y las ganas de volver a verla.