Una confrontación entre la cultura y el poder

Prendre partit

Prendre partit
13/02/2015

Hacía días que tenía ganas de ver esta obra y la verdad es que las casi dos horas que dura la representación se han pasado volando. Nada más entrar en la sala, ya me impactó la simbología nazi que hay proyectado sobre el telón del escenario y que nos anuncia que la temática por lo menos, será dura. Harwood siempre ha tenido un gran interés en la Segunda Guerra Mundial y los músicos como sus personajes principales.

La historia transcurre en una comisaría de policía de Berlín medio derruida por los bombardeos, oscura y con los cristales rotos, durante el periodo de desnazificación, investigaciones que se hicieron en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, y que se basa en los interrogatorios reales que hizo un investigador del Ejército de los Estados Unidos, el mayor Steve Arnold (Andrés Herrera) y el director de orquesta Wilhelm Furtwängler (José María Pou) al que se le acusaba de haber servido al régimen nazi. Un enfrentamiento entre la política y la cultura, dos posiciones y un debate intenso sobre el papel del arte y los artistas durante la época de Hitler. No es posible ser un apolítico y un gran patriota a la hora?

Hemos disfrutado de un texto potente, de los que te hace reflexionar y debatir cuando sales del teatro. Una escenografía clásica del todo acertada. La música que hemos podido escuchar durante la representación son algunas de las sinfonías de Beethoven interpretadas por la Orquesta Filarmónica de Berlín y que fueron dirigidas por el mismo Wilhelm Furtwängler. La iluminación muy efectiva, la luz azul de la luna que traspasaba los cristales roto me ha gustado muchísimo. El vestuario adecuado a la época. En cuanto a las interpretaciones debo destacar la de Josep Maria Pou, que nos hace una interpretación excelente, la de un hombre sereno, tranquilo y inteligente, muy convincente en su papel ya un Pepo Blasco, segundo violín de la Orquesta Filarmónica, muy bien interpretado. No puedo decir lo mismo de Andrés Herrera que no me ha terminado de convencer; flojo en interpretación, con altibajos en su interpretación, inseguro en muchos momentos y con muchas tropiezos con el texto.

En su discurso final en su proceso de desnazificación, Furtwängler dijo:

«Yo sabía que Alemania se encontraba en una terrible crisis; me sentía responsable de la música alemana, y que mi misión era que sobreviviera a la crisis como fuera. El hecho de que mi arte fuera usado como propaganda quedaba en un segundo lugar ante la gran preocupación porque la música alemana fuera preservada y que la música debía ser ofrecida al pueblo alemán por sus propios músicos. Este público, compatriota de Bach y Beethoven, Mozart y Schubert, incluso teniendo que vivir bajo el control de un régimen obsesionado con la guerra total. Quien no haya vivido aquellos días posiblemente no pueda juzgar como eran las cosas».

Y ahora nosotros nos queda Tomar Partido (Prendre Partit).

VALORACIÓN: *** ½ porque no ha sido una lucha de actores a la misma altura.

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