Reivindicar a Havel: hilaridad e inteligencia máximas

Pere Arquillué: Audiència i Vernissatge

Pere Arquillué: Audiència i Vernissatge
27/06/2018

Václav Havel es un autor bastante inédito en Barcelona, por lo cual es casi un imperativo ir a ver cualquier obra suya. Este año el Festival Grec ha empezado con dos piezas cortas del dramaturgo checo: Audiència y Vernissatge. Escritas en 1975, ambas tienen como protagonista el intelectual Vanek, alter ego del autor. Ya en esta época, el teatro de Havel estaba prohibido, y estas obras se representaban de manera clandestina en casas particulares. Tanto Audiència como Vernissatge son obras tan hilarantes como histriónicas que beben directamente del teatro del absurdo. Vanek es un intelectual lúcido y muy sencillo que se ve constreñido en dos situaciones asfixiantes: en Audiència es acorralado por su jefe en una fábrica de cerveza —basado en una experiencia real; Havel había trabajado en una cervecería. En Vernissatge, Vanek se ve intimidado por un matrimonio que exhibe de forma impúdica su felicidad artificial.

Hay que felicitar con fervor y entusiasmo a todos los miembros del equipo que han hecho posible esta magnífica producción. Empezando por los actores, Josep Julien está estratosférico como cervecero caradura y como marido supuestamente modélico (un papel bastante parecido al que representa en Com si fos ahir). Un Julien exuberante es el contrapunto perfecto al Vanek de Joan Carreras, personaje tímido, introvertido, que no se atreve a alzar la voz contra dos situaciones aberrantes. Rosa Gàmiz, la esposa de Julien en Vernissatge, está pletórica en un papel absolutamente exagerado. Así pues, hay que felicitar a Pere Arquillué, quien se estrena como director con una verdadera prueba de fuego. Ha conseguido un contraste absoluto entre la realidad de Vanek y la absurdidad de sus interlocutores. La escenografía de Max Glaenzel, sencilla, es muy explícita, especialmente en Audiència, en la que el desparrame de latas de cerveza por el suelo retrata el descontrol y la bestialidad del cervecero. El ridículo sideral al que Havel hace llegar a sus personajes es fabuloso. Además, es una bella ocasión para reivindicar el teatro de Václav Havel en Barcelona.

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