Marcar paquete

Eduard II

Eduard II
22/12/2014

Las luchas de poder en la Corte, o ahora entre países, son consecuencia de rabietas de los gobernantes? Es una cuestión de marcar paquete? Los Parking Shakespeare plantean un Eduardo II de Christopher Marlowe que nos lleva a ver así. Nos presentan unos personajes testosterónicos y infantiloides, en calzón corto, que se pelean por el trono, el columpio que preside el escenario. No hay lucha de espadas, hay empujones, zancadillas y palmo y pipa. «El león no me da miedo, porque soy buen cazador» le cantan los nobles al rey. Unos nobles enfadados porque un plebeyo, alguien de fuera de su círculo, se atreve a mirar a la cara y pasearse por la Corte. Es la amante del rey, Piers Gaveston, quien después de recibir los favores y poderes del Rey desencadenará una guerra en el reino, con el hermano del rey y la misma reina implicados.

Marc Rosich y Roberto Romei firman una dramaturgia y una dirección osadas y atrevidas de este clásico isabelino que no sólo se enfrenta a un escenario desnudo, con un simple columpio, sino que además introduce nuevos elementos que todavía lo acercan más en la actualidad. El más claro, el símil con las ruedas de prensa y declaraciones de los gobernantes que los actores simulan mirando a platea: «no hay preguntas«, «no son víctimas, son efectos colaterales«, y otras frases que nos recuerdan que el poder, hoy en día, sigue marcando paquete.

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