La parte más complicada a la hora de representar teatro isabelino es la adaptación. En un mundo en el que ya no tenemos tiempo ni costumbre de ver obras de más de dos horas y en el que ya no conocemos los pormenores de todos los referentes históricos que contienen, es la adaptación la que puede salvar o hundir un texto. Una buena selección de las escenas, un buen ritmo narrativo, una traducción cuidada y un buen criterio a la hora de actualizar el contexto marcan la diferencia. Y este Eduard II es un buen ejemplo. Una historia interesante que engancha por el modo en que nos la cuentan. Un texto que habla de luchas de poder y traiciones en la corte del rey de Inglaterra que suena a noticias de ahora mismo.
Pese a contar con unas interpretaciones más bien flojas, vale la pena ver este montaje para descubrir que, aunque Shakespeare es mucho Shakespeare, Marlowe tampoco está mal.