Sí, un poco de olor a naftalina es lo que hace este Sagarra, pues 65 años no pasan vano y se ha notado, quizás por culpa que la Lurdes Barba ha sido demasiado fiel al original, y lo que antes era un gran problema hoy ya no lo es tanto, o no es nada. Ser homosexual o chica soltera preñada por descuido o frivolidad no es hoy un problema como en los cuarenta. Pienso que una puesta en escena tan clásica ha restado credibilidad a la función y por eso los actores no han brillado, excepto David Bagés que ha bordado el papel de chantajista. Escenografía, iluminación y vestuario, muy bien.
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