El teatro tiene la misión de hacer crítica social y de poner en escena muchos de los temas que preocupan a la sociedad, todas aquellas situaciones en las que las ganas de gritar y escupir son frenadas por la contención civilizadora imperante.
A Valèria Pisati le debemos la idea, el texto y la dramaturgia. Es una obra rompedora, muy atrevida con ciertos momentos cómicos. Los textos son crudos, descarados, groseros y provocadores. Puede crear sentimientos de asco o enfado porque llevan al escenario las zonas más oscuras del alma y la crueldad de la vida sin pudor ni contención de ningún tipo con una estética ingeniosa, curiosa y muy bien lograda.
Hablan de mujeres, madres, hijas, miedos, inquietudes y soledad, sexualidad no satisfactoria y embarazo no deseado. Habla del hijo demandante de la atención de la madre, la necesidad convertida en odio. Este hijo es Pau Rosell, a quien la pasión se le escapa por la mirada.
Unos elementos escenográficos sencillos proporcionan a las coreografías un impacto visual acertado y en ocasiones, de una gran belleza. Todo interpretado por Zubel Arana, Núria Dalmau, Daniel Mallorquín y la propia Valèria Pisati.
De momento, estarán pocos días. No os la perdáis.