A menudo el teatro te regala noches irrepetibles. Es por eso que nos gusta tanto. Una vez has vivido la primera, quieres más y más… Pero cada vez es más difícil conseguirlo. Hay demasiados factores que deben convergera la vez en un mismo espacio y tiempo.
Pues bien, la obra capitaneada por Licia Maglietta lo logra. Y lo sabes desde el primer instante, cuando se ilumina el escenario y la ves allí sentada. Qué manera de sentarse y de moverse y de hablar! Trabaja tanto los detalles que con muy poco lo dice todo. Durante los silencios puedes ver perfectamente su discurso interno sólo viendo los pequeños movimientos de la cabeza, del torso, de las manos… Consigue que a los 10 minutos de obra ya estés respirando como lo hace Borina Serrafalco, la protagonista de la entrañable y macabra historia de un pequeño pueblo de Sicilia de los 50.
El acordeonista se merecería una recomendación aparte. El entendimiento entre ellos dos es excelente. Los juegos entre sonidos y palabras, las músicas llenas de ironía (como toda la obra), los pequeños comentarios sobre la escena… el espacio sonoro te absorbe y atrapa.
Podría elogiar muchos otros detalles como por ejemplo la escenografía, el vestuario, el ritmo… pero creo que ya ha quedado suficientemente claro que no te la puedes perder!