Magical History Club cuenta con unos ingredientes de aquellos que hacen venir hambre: una idea brutal, unos personajes únicos y sobradamente conocidos por el público, interpretados por una pandilla de actores buenísimos (quiero destacar especialmente el brillante Queco Novell en el papel de Sigmund Freud) bajo la dirección de uno de los dramaturgos/guionistas/directores a quienes más respeto y admiro, Marc Crehuet, que nos regalaba el gran texto de El rei borni (imprescindible). La puesta en escena, inmejorable; la caracterización, perfecta; la mezcla monólogo-camerino, un acierto que añade ritmo al espectáculo… Todo el envoltorio es muy atractivo y está magistralmente ejecutado, así pues ¿qué lo ha hecho tambalearse?
Quizás soy un animal demasiado acostumbrado a Internet y al humor británico más irreverente y por eso me faltó más mala leche. Y no es que no sea un espectáculo divertido, tiene momentos muy buenos, como Freud psicoanalizando el Führer, una situación muy potente que se quedaba flotando a la superficie. Muchos de los chistes más irreverentes no me sorprendían, encontré que se podía profundizar más en los personajes. Al salir, tenía la sensación incómoda, no sólo por el respeto que me merece el equipo que ha hecho posible este show, de que podía haber reído mucho más. Para mí, un poco más de incorrección política y mala leche hubiera acabado de vestirla.
Os recomiendo que vayáis: los ingredientes son potentes, funcionan y el buen rato está garantizado. Eso sí, no vayáis con las expectativas demasiado elevadas, no cometáis el mismo error que yo.