Pues eso, que la lámpara del Coliseum es muy bonita, y sorprendentemente más interesante que el espectáculo que se representa encima del escenario.
Es una lástima, pues Magical History Club suma una buena idea, profesionales con mucho talento (Marc Crehuet, El Cansancio, el equipo de guionistas del Polonia), una productora potente (Minoría Absoluta) y la fuerza de los medios de comunicación colaboradores… pero queda completamente desaprovechada. El escenario resulta demasiado grande para unos monólogos pobres y unas anodinas escenas de camerino donde interactúan las cinco celebrities, que no consiguen levantar el ánimo de una platea que acaba aplaudiendo por cortesía.
El simple hecho de parodiar Hitler ya no es, en si, algo provocador. Charles Chaplin lo hizo con mucha gracia en 1940, y tocando los 70, Miel Brooks parió una de las caricaturias del Fhürer más hilarantes con la película Los Productores. Lo mismo se puede decir de los otros personajes, que a menudo tiran tanto de tópicos que se difuminan en el hazmerreír inicial, y confían el peso de sus escenas en el disfraz más que en sorprender al público con un espectáculo del bueno.
Por último, felicitar a los diseñadores gráficos del espectáculo, me fascinaron los letterings de neón y las proyecciones de coaching con Comic Sans, el Word Arte y el Cobi Nazi.