Macbeth de Shakespeare forma parte de nuestras vidas y nos llega constantemente a través de todas las formas teatrales y en distintas versiones. Eugène Ionesco, en 1972 escribió una versión satírica del Macbeth de Shakespeare que llamó “Macbett” sobre la corrupción asociada al poder absoluto y a la tiranía. El año pasado el TNC nos ofreció una versión de aquel Macbett dirigida por Ramon Simó que describe perfectamente la crueldad y los hechos más escalofriantes en forma de comedia exagerada. Y el próximo mes de abril el teatro la Akadèmia nos ofrece un nuevo Macbeth.
Si Verdi siguió casi de forma escrupulosa el texto de Shakespeare, en esta versión se ha seguido fielmente las indicaciones de Verdi.
Macbeth se estrenó en 1847 en el Teatro della Pergola de Florencia e hizo otra versión en 1865 por el Théâtre Lyrique de París.
En esta versión, el Liceu nos ofrece una producción bellísima bajo la dirección escénica, escenografía y vestuario de Jaume Plensa que lo llena todo con su sello personal. Nos sorprende desde el principio con una frase “Sleep no more” que hace referencia a la imposibilidad de Macbeth de poder dormir tras los crímenes cometidos para alcanzar el poder. A partir de ahí, toda la escenografía con los colores, las sombras, sus grandes volúmenes o las letras como forma de expresión artística nos confirman la profunda carga fantástica, simbólica y onírica de esta obra. La iluminación de Urs Schönebaum ayuda a crear el aire de misterio y tragedia.
Verdi se sitúa en una época entre el bel canto de Bellini y Donizetti, que buscaban el lucimiento de los solistas, y la ópera romántica. Un ejemplo de Bel Canto es el aria de la locura de lady Macbeth, “Una Macchia è qui tuttora” que recuerda la de I Puritani de Bellini, Lucía de Lammermoor de Donizzetti o La sonámbula de Bellini cantadas por sopranos de coloratura para poder ejecutar agudos y ornamentaciones. Ekaterina Semenchuk resuelve con nota alta las dificultades de esta aria con gran lucimiento técnico y dramatismo.
En Macbeth se encuentran arias y duetos memorables como el duettino entre Macbeth (Željko Lucic) y Banco (Simón Orfila) al principio de la ópera. A Banco, el único bajo de la pieza, Verdi sólo le dedica una aria “Come dal ciel precipita”, pieza de gran belleza vocal y que Simon Orfila ejecuta con gran emotividad.
Destaca en esta ópera la participación casi constante en el escenario del coro. Verdi dio instrucciones precisas al libretista Francesco Maria Piave: “lo que deben cuidarse en esta ópera son el coro y la tramoya”. El Coro del Gran Teatro del Liceo dirigido por Pablo Assante, sigue estrictamente las recomendaciones de Verdi y nos ha regalado una fantástica interpretación.
Mención especial requiere la danza. Una de las primeras óperas-ballet fue escrita por André Campra, “La Europa galante” (1689) pero no es hasta el Siglo XVIII que las óperas francesas incluyen la danza en la ópera y a partir de entonces son muy frecuentes en este género. Por eso en la segunda versión de Macbeth que Verdi presentó en París dio importancia a la danza. No sabemos cómo la presentó entonces pero en la versión del Liceu, la danza de las brujas que aparece ya al principio y en otros cuadros y escenas es memorable. La precisión y elegancia de los movimientos de todos los danzantes es una maravilla. La coreografía le debemos a Antonio Ruz. Y también agradecemos la magnífica interpretación de la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceu bajo la batuta de Josep Pons para que esta tarde sea inolvidable.