Nunca habíamos visto una preparación escenográfica desde el inicio ante el público. Y no acaban aquí las sorpresas en esta manera de presentar un monólogo (o casi), para hacerlo mucho más amable a los espectadores… Abel Folk juega con el técnico de iluminación, habla con el público y le pide opinión de cómo se sucede todo, e incluso con un súbito y simulado apagón de luz, continúa la representación, con tan sólo dos focos portátiles, que aún remarca mucho más las expresiones de los dos seres humanos que se enfrentan a la realidad de sus vidas.
Una función muy emotiva especialmente por los aplausos y bravos que recibió la gran Rosa Novell; se la veía totalmente feliz, os lo aseguro, porque estábamos muy cerca.
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