Zapateado modernizado en un espectáculo no del todo cálido

Los Vivancos: Aeternum

Los Vivancos: Aeternum
25/05/2015

Los Vivancos vuelven a nuestra ciudad para ofrecernos un espectáculo de gran formato en el que demuestran su técnica impecable y su habilidad para arrastrar al público. De hecho, la compañía tiene un gran número de seguidores fieles que realmente vive el espectáculo a muchos niveles y que sienten una serie de emociones que no se privan de exteriorizar efusivamente. Además, estos no dudan en hacer una larga cola al terminar el espectáculo para saludar a sus ídolos y al comprar su merchandising para que sea firmado. En este sentido, tal vez los que no pertenecemos a este grupo amplio, podemos admirar la técnica o el meritorio trabajo que hacen los siete artistas, pero seguramente no nos llegarán estas emociones o, al menos, no con esta intensidad.

El espectáculo muestra una serie de escenas de baile en las que predomina la especialidad del grupo, un zapateado que se aleja de su forma convencional y que tiene entidad propia. Éste se adereza con música de diversos estilos, predominando los aires rockeros y, sobre todo, del sur. Además, los integrantes son capaces de mostrar un gran dominio del baile mientras tocan varios instrumentos y se colocan en posiciones imposibles, aunque también reservan, acertadamente, algún momento breve para la danza contemporánea. A pesar de todo ello, el espectáculo tiene una cierta frialdad en su conjunto que dificulta vivir todas las emociones que parecen sentir los incondicionales de la compañía. Quizá la falta de un vínculo entre todas las escenas que vemos, la utilización de música enlatada o una cierta monotonía en varios fragmentos del espectáculo tiene que ver. Por otra parte, la presencia de uno de los responsables de Cirque du Soleil en la asesoría de la dirección se evidencia en algún acertado aspecto estético, a pesar de presentarse de forma residual y quedando empequeñecido en ese gran escenario desnudo y algo oscuro. Sin embargo, el espectáculo tiene algún momento de gran disfrute y que, realmente, está muy bien logrado visualmente, pero quizás le hubiera faltado más una visión de conjunto y no tanto de trabajo individual de sus piezas.

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