Ha sido una gran sorpresa, un delicioso descubrimiento. Las poesías de Lluís LLach recitadas toman otra dimensión. Los contenidos de los versos de las canciones tan conocidas vibran de otra manera, son música por ellos mismos.
Albert Flores proviene de la música clásica, es el primer viola de la orquestra sinfónica de Sant Cugat del Vallès, toca también el piano y le gusta el jazz. Joan Berlanga es actor y regidor de la misma orquestra sinfónica. Los dos crearon en el año 2014 esta bonita pieza y la representaron durante tres años en diversas poblaciones de Catalunya con muy buena acogida por parte del público. Interrumpieron el proyecto durante dos años y lo han reiniciado en 2019 con diversas representaciones.
Antes de ir uno puede pensar que las canciones de Llach son muy conocidas y que el espectáculo no nos aportará nada nuevo. Olvidad por un momento vuestros conocimientos previos. Os encontraréis con una presentación impecable. Han conseguido el equilibrio entre la nostalgia, el compromiso político y social y la belleza de unos versos con contenidos eternos algunos, y otros, desgraciadamente demasiado vigentes.
Joan Berlanga recita, actúa, expresa las poesías con una voz muy radiofónica y una expresión que nos recuerda al tan añorado Ovidi Montllor y que nos engancha, transporta y conmueve. Albert Flores de una manera delicadísima pone los acordes o trocitos de los temas de la música entre las estrofas y procura dar toda la importancia al contenido textual.
Es el Llach poeta a quién Berlanga incluso se le parece físicamente sobre todo cuando se pone la gorra de lana en la cabeza.
El espectáculo acaba con tres generosos bises y una canción en la que el público participa. Me hubiese sabido muy mal habérmelo perdido.