Los temores de quienes parecen intocables son uno de los puntos que se repiten en la escritura de Ramon Madaula. Si en su debut dramatúrgico, Coses nostres, presentaba la vulnerabilidad de un actor frente a la crítica, en L’electe es un futuro presidente el que, en la intimidad de su despacho, acaba desvelando sus complejos y sus frustraciones. ¿Los desencadenantes? Un TOC en la cara que le impide pronunciar el discurso de investidura y un psicólogo que dispone de media hora para curarle.
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