Cristina Clemente y Marc Angelet son los autores de este excelente guion. No es de extrañar que esta obra esté haciendo gira por Catalunya y vuelva más tarde a los grandes teatros. Han sabido cuestionar los principios más arraigados en nuestra cultura de manera irónica. Es hilarante porque nos vemos reflejados en ella, porque nos hemos planteado estas mismas preguntas muchas veces, por el choque de culturas y pensamientos, por la realidad llevada al escenario. Me recordaba un cuento de Pere Calders llevado al teatro por Dagoll Dagom bajo el título de “Antaviana”. En aquella bonita pieza, la familia tradicional catalana rechaza a Santa Claus porque “aquí esperamos a los Reyes Magos”. En Laponia se rechaza a Santa Claus por distintos motivos. La ilusión de los niños se ve convertida en mentira, la frustración de los mayores y los engaños que construimos nosotros mismos nos envuelven protegidos bajo el manto de sinceridad y perfección. Parapetados bajo la excusa de los niños, dos hermanas y sus respectivos maridos se enfrentan a sus realidades y a su pasado poniendo al descubierto desavenencias nunca confesadas, reproches escondidos y sentimientos enterrados bajo la apariencia de normalidad.
Las dos hermanas son Meritxell Huertas y Meritxell Calvo que viven distanciadas física y emocionalmente. Los maridos, Manel Sans y Roger Coma son el contrapunto de las hermanas.
Es un juego de acercamientos y huidas, de complicidades y descubrimiento de medias verdades. El ritmo es rápido y no decae en ningún momento gracias a la cuidada expresividad de los actores/actrices. No hay respiro posible. El lenguaje es punzante y mordaz. La risa nos aflora desde la primera escena y no nos abandona hasta el inesperado final del espectáculo.