Siempre se ha dicho que es una de las mejores óperas del siglo XX. El Liceu estrena la temporada 2024-2025 con esta ópera y podemos corroborar que esta afirmación es cierta.
Basada en un texto de Nikolai Leskov y música de Dimitri Shostakovich, un atrevido montaje de Alex Ollé y una no menos arriesgada escenografía de Alfons Flores acompañan de forma muy expresiva un thriller de tensión, crímenes, culpas y final dramático. Toda la obra se desarrolla sobre un suelo lleno de agua como si todos los protagonistas estuvieran viviendo en unas cloacas malolientes que reflejan como un espejo las miserias de los personajes. El agua es también un presagio del trágico final. La iluminación de Urs Schönebaum crea ese clima de tensión en todas las escenas.
En la versión de Stein Winge en la temporada 2001-2002, todo sucedía debajo de una losa inmensa bajo la que estaban atrapados todos los personajes de la historia, el pueblo sometido a la tiranía del amo y la mujer oprimida y subyugada por la presión del suegro, Boris Timofeievich Ismailov, interpretado por Alexei Botnarciuc un bajo con gran fuerza interpretativa y vocal.
La protagonista Katerina Ismailov, (interpretada por una soprano dramática de gran coloratura, la española Ángeles Blancas), casada con un rico comerciante de harinas está encerrada en una casa acomodada, absolutamente sola y aburrida, presionada por el suegro que le reprocha su infertilidad y le recuerda repetidamente la obligación de la mujer de tener descendencia para el mantenimiento del apellido y la empresa. En algún momento se dan pistas para imaginar la homosexualidad de su marido. Él es Ilya Selivanov con poco papel pero con una correcta resolución.
Unas grandes planchas metálicas se mueven comprimiendo la habitación de Katerina creando aún más la sensación de encarcelada. La tensión se va creando poco a poco con una violación múltiple de una trabajadora de la empresa o la necesidad de compañía de la protagonista que la encuentra en un trabajador mujeriego, Serguei, tenor spinto interpretado por Ladislav Elgr cuyas prestaciones vocales no acompañan a la fuerza de la protagonista.
Con el asesinato del suegro comienza la destrucción de Katerina. El hilo argumental es hipnótico, nos atrapa la soledad de la protagonista que nos hace entenderla desde el primer momento y la justificamos.
El diario soviético Pravda publicó un artículo en el que calificaba a Lady Macbeth de Mtsenk de ópera inquietante, llamativa y neurótica. Stalin tenía unos asesores que definieron unos cánones sobre todos los aspectos de la cultura en la que incluían la música. Por eso, Stalin dijo que era “un caos en lugar de música” y en Pravda añadió que “la partitura era burda, primitiva, vulgar y alejada de los ideales soviéticos”. Dimitri Shostakovich encajó estas críticas y no escribió más óperas pero continuó en la línea sinfónica que ya vemos en esta ópera. Una auténtica sinfonía con un lenguaje musical que acompaña a las emociones que se generan en cada momento. Josep Pons dirige magistralmente la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu en una composición de gran complejidad y unos interludios sinfónicos muy bonitos. El coro, que tiene momentos sublimes es dirigido por Pablo Assante.
El conjunto de la ópera es una maravilla. Esperemos que no tarden 20 años más en representarla.