La guerra, tan horrible, tan intensa, genera adicción.
Lo admiten todos aquellos quienes la han vivido desde una vertiente profesional, sean militares, periodistas o fotógrafos. Cuando vuelven (si vuelven) los reconocen como valientes héroes que se juegan la vida para explicarnos las desgracias ajenas, y está claro, no vuelven a ver con los mismos ojos la vida frívola y banal del primer mundo, donde los principales problemas se desplazan a pequeños conflictos familiares o a la elección de un jabón del body shop.
En La treva, Clara Segura interpreta a Sarah, una fotoperiodista herida por el estallido de una bomba a la Irak. Llena de cicatrices a la cara y al alma, intentará hacer una vida «normal» junto con su novio, en James (David Selvas), en espera de que las heridas se curen y pueda emprender una nueva descarga de adrenalina bélica.
El texto de Donald Margulies es fantástico, te mantiene atrapado casi dos horas con un ritmo cinematográfico y diálogos afilados. Combina con ingenio cuatro personajes y sus dispares visiones de la vida, del trabajo y del amor. Buena dirección de Julio Manrique. Segura y Selvas, como pareja de reporteros de guerra, se muestran poliédricos, profundos y complejos. Soberbios. Buen trabajo también de Ramon Madaula, sobre y esquiu, abocado a una nueva vida más tranquila; y Mima Riera, que aporta el punto de cordura necesaria (y desencadenando de unos cuántos conflictos) al pequeño loft neoyorquino con la ingenuidad de quien no ha ido demasiado más lejos de su barrio. Ella, la tonteta, es la única que al #ver una fotografía de gente desfigurada a la guerra llama: «cómo podéis decir que esta foto es bonita?». El rey va desnudado.
Podéis contar con las habituales virtudes de La Brutal: buena propuesta, buena escenografía, y cuidadíssim espacio sonoro.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un espectáculo de teatro «convencional». No os la perdéis!