La muerte llega de repente: hablemos de la vida

La pols

La pols
09/03/2015

El punto de partida es impactante (Atención: las primeras réplicas pueden quedar grabadas en su memoria) y el monólogo final de la obra es sobrecogedor. En medio podemos ver tres personajes que se mueven por el perímetro de la marginalidad emocional intentando dotar de sentido a sus vidas.

“¡Atrévete si quieres a no hacer nunca lo que debes!”  Estas palabras de Albert Pla parecen guiar Jacob, el personaje central de La pols. En un mundo donde todos debemos ser empáticos, solidarios, que tenemos que saber controlar los impulsos, manejar los sentimientos y aprender a resolver los problemas aparece un personaje que no lo hace (que no lo quiere hacer). Y no estamos hablando de buenos y malos sino de sinceridad e hipocresía. De diferentes maneras de afrontar la vida y de ser uno mismo (y ser feliz).

Y es aquí donde radica el acierto de Llàtzer Garcia. El autor y director está sirviéndonos un tema tabú con un buen texto y una sólida puesta en escena. La Pols es una obra ambiciosa. Y si hay que verla, no es por su trama, ni por un gran juego escénico sino por la gran gestión que hace de un tema tan delicado. Abriendo más interrogantes que no cerrándolos.

De todos modos, hay un par de elementos que no acaban de encajar. La escenografía, aunque en un primer momento funciona, no acaba de acompañar la obra. Da la sensación que queda superada por el texto y por los actores y se convierte, en algunos momentos, en un obstáculo. Por otra parte, la construcción de los tres personajes, a pesar de la excelente interpretación, tiene un punto patológico que no ayuda a la plena identificación.

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