Pienso que estoy utilizando la palabra justa para que los cuatro actores de la cía. de la Rosa, emulando la Comedia del Arte y a partir de un hilo argumental muy delgado (tampoco hace falta más) lloran, ríen, cantan, se persiguen, simulan ser otros personajes y transitan de la Venecia del settecento a la Ctalunya actual sin ningún tipo de problema. Con una puesta en escena mínima (una cortina de fondo por la que entran y salen) nos han hecho creer que el hijo era el médico, y la princesa un capitán, y como en este estilo de teatro vale todo, han parado la obra y han hecho cagar el tió, sin manías, sí señor!
¡Enlace copiado!