La col·lecció se inscribe en la primera etapa de la obra de Pinter, por lo cual parece que todavía se estaban ensayando algunos de los elementos más característicos de su estilo: los diálogos inconclusos, los silencios, el juego entre verdad y mentira… En obras posteriores, como La traició o Vells temps, aparecería de nuevo el tema de la infidelidad pero siempre como un elemento que hace disparar otros. En la obra que nos ocupa, en cambio, no se acaban de ver los daños colaterales del supuesto engaño, y supongo que la dirección de Albert Prat no ha acabado de extraer todo el jugo a una pieza tan etérea y escurridiza como esta. La interpretación es otro de los escollos, puesto que no todo el mundo sabe llenar los silencios… quizás una de las asignaturas más complicadas para cualquier actor. Sea como fuere, creo que vale la pena acercarse a la Beckett, puesto que los espectadores descubrirán un texto poco conocido del autor y también a la compañía La Ruta 40, que en los últimos tiempos se está ganando un nombre dentro de nuestro panorama teatral. La temporada pasada, sin ir más lejos, fue la responsable de uno de los éxitos sorpresa, El llarg dinar de Nadal.
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