En la temporada actual hemos podido asistir a una serie de monólogos que ponen a prueba la gran calidad interpretativa de muchas de nuestras actrices y actores.
Casandra es un personaje de la mitología griega. Hija de Príamo y hermana de Héctor, tenía el don de la predicción que le concedió Apolo pero que se lo arrebató más tarde al no verse correspondido. No la creyeron cuando predijo la destrucción de Troya ni la muerte de Agamenón. Creyeron que estaba loca, la despreciaron y arrinconaron. Las troyanas fueron tomadas como esclavas o concubinas por los aqueos. Casandra se convirtió en la concubina de Agamenón y fueron asesinados los dos por Clitemnestra. Es un personaje muy atractivo que ha sido reproducido varias veces por autores modernos de novelas o también en obras de teatro como la que comentamos. A pesar de todo, es de los personajes más olvidados de la guerra de Troya y no bien tratada en las obras de Esquilo y Eurípides de lo que se queja constantemente en la obra.
Lo más original de esta pieza es la transportación de este personaje al momento actual. Ella es una refugiada de alguna parte, prostituta y transexual. Describe su vida pasada en Troya y entre los aqueos hablando en presente mezclándolo con el pasado de una manera dinámica, fresca y divertida con un lenguaje descarado y a veces, grosero. El texto, la idea de hacer una crítica social a través de un personaje de la Grecia antigua es de Sergio Blanco con un montaje muy especial de Sergi Belbel. Es un proyecto ambicioso pero creo que se queda a mitad de camino. El marco narrativo queda desdibujado por la mezcla de personajes y de épocas. El constante movimiento de la protagonista y la dificultad de comprensión del inglés (por muy macarrónico que sea) no permiten a todo el público llegar a comprender la dureza del contenido y detectar la crítica de la explotación del más vulnerable.
Todo lo supera el increíble trabajo actoral de Elisabeth Casanovas que deja cuerpo y alma en el escenario. Con un esfuerzo titánico hace lo que sea preciso para acercarse a los espectadores, sube y baja, increpa, saluda y sonríe. Siempre sonríe. Yo estaba en primera fila y se dirigía a mi como a Hécuba (su madre). Utiliza a gente joven para que le traduzcan algunas palabras lo cual facilita la comprensión del texto y debe improvisar según la respuesta del público. Vale la pena no perderse esta maravillosa actuación.