Este cabaret no es demasiado pequeño para los dos, forastero

Johnny & Vienna

Johnny & Vienna
23/01/2019

Llàtzer Garcia nos propone un cabaret western con aires de saloon que emerge en medio de caballos, códigos de honor, rebaños, llanuras, peleas,la melancolía ahogada con una armónica, un corazón roto por una belleza con pasado, bailes en graneros, indios, duelos al sol, polvo, matasanos y enterradores … vamos, todo el imaginario colectivo del Oeste, refugio y anhelo, un ideal que sólo existía en las pelis de vaqueros (entonces no decíamos cowboys), de viril amistad, redención y libertad … un pasado idealizado e irreal de valores simples y sencillos, del bien y el mal y de comunión con el paisaje.

En esta propuesta caben, y encajan perfectamente, fragmentos poéticos y tristes, alegría desbordante y nostalgia, humor y romance. Las emociones nos llegan de la mano de Maria Casellas y Guillem Rodríguez con piezas de bandas sonoras, canciones traducidas y otras en inglés (desde Green leaves of summer a un fantástico Jackson al estilo Johnny Cash & June Carter o Nancy Sinatra & Lee Hazlewood), piezas de bandas sonoras, la tristeza de baladas a la luz de la luna, diálogos de películas como el mítico de Johnny Guitar (que homenajeaba, por ejemplo, una obra tan distante como Mujeres al borde de un ataque de nervios), un poquito (demasiado poco) de banjo, guitarras, baladas, folk … todo con las dosis justas para entusiasmar incluso a los no enamorados del género. Y es que no es sólo, ni mucho menos, para los amantes del western con el que muchos hemos crecido y al que algunos todavía nos aferramos. Y es que al final, el Lejano Oeste es paisaje, raíces, emociones, individualismo no egoísta y seres humanos intentando sacar lo mejor de sí mismos contra los elementos y con un código moral tan simple como bien encaminado.

Lo mejor: conseguir un collage de imágenes, música y diálogos que no empacha ni es excesivo.

Lo menos mejor: no exclusivo de esta propuesta, pero en algún momento la dicción…

En resumen: una propuesta musical nada pretenciosa, romántica, vital, que no esconde ni el tono crepuscular de las mejores historias humanas del Oeste ni la alegría y empuje de los pioneros. E incluso te dan zarzaparrilla. ¡Que me aspen, Mary Jane!

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