Ensayo y error

Infecte

Infecte
06/04/2014

Infecto: Infectado. Corrompido. En sentido figurativo, algo que pinta mal, vaya.

No quiero decir que la obra Infecte sea infecta. Ni mucho menos. No es para tanto. La idea principal o punto de partida es interesante: un virus informático sufre una mutación (que le permite transfigurarse de digital a físico!) y termina por infectar una persona humana. A partir de este núcleo, el autor Alberto Ramos desarrolla una trama más bien floja, con algunos gags más acertados que otros, puestos en danza por la Iban Beltran con un estilo laxo y un sentido del humor cuestionable que no refuerza la debilidad argumental.

Y es que cuesta de entender por qué -para poner un ejemplo- hay tantísimas escenas y tantísimos oscuros (algunas escenas no llegan al minuto de duración). Los actores se mueven deshinchados entre ellas, especialmente al principio, con una falta clara de musculatura escénica (una suerte de estilo “casual” de interpretación que no se acaba de entender).

Una obra, pues, recomendada para espectadores interesados en nuevas dramaturgias, jóvenes, contemporáneas, que traen implícitas muy buenas intenciones y una parte de ensayo y error que tiene que servir para aprender y seguir adelante. No recomendada para espectadores exigentes que no estén predispuestos a valorar este tipo de intentos loables, por otro lado, pagados en taquilla a precio completo.

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