La tarea del actor es convertir en realidad aquello que el dramaturgo solo ha descrito con palabras. Pero cuando el dramaturgo es Sartre y lo que describe, los suplicios del infierno, hacen falta actores con una dosis extra de entrega, compromiso y generosidad. Por suerte, todo eso se encuentra al reparto de Huis clos en la Sala Atrium, uno de aquellos montajes desgarradores, impactantes y francamente intensos que no se olvidan fácilmente.
Una cita ineludible con la vertiente más oscura del alma humana.
No os la perdáis.