Este es el estribillo de uno de los himnos de Grinder. El musical y el que creo que mejor resume la naturaleza e intenciones de este montaje que no es para todos los públicos.
Sin complejos, sin pelos en la lengua y con un gran sentido del humor, Grinder construye una historia poblada de arquetipos que celebra una forma concreta de entender el mundo de las relaciones, en este caso homosexuales. En Grinder encontraremos mucho sexo, mucho humor pero, sobre todo, mucho orgullo.
Si entráis al teatro con ganas de pasarlo bien y dejaros contagiar por el buen ambiente que se respira, saldréis con una sonrisa en los labios.