Quienes crean que Germans de sang es uno de esos musicales faraónicos que solo funcionan en grandes teatros, se equivocan. Quienes opinen que está pasado de moda, se equivocan también. Y quienes sospechen que un montaje así se sostiene sobre los hombros de un solo actor cometen un error imperdonable. Germans de sang es mucho más que la suma de sus partes y, en este caso, tiene todos los números para volver a convertirse en un clásico. Ricard Reguant le ha hecho un lavado de cara a su éxito de 1994 para conservar su esencia. Un piano, un arreglo sencillo y unas protagonistas femeninas que brillan con luz propia. Virgínia Martínez e Isa Mateu conforman un dúo Johnstone–Lyons ideal y emocionan hasta los huesos en todas sus apariciones. Suerte que, en la entrada, te regalan pañuelos de papel. Dudo que sea posible llegar al final de la obra sin derramar una lágrima. Muy recomandable para fans del musical y otras almas sensibles, esperemos que la inesperada y lamentable baja de Roger Pera no impida a este musical alcanzar el éxito que merece.
Comentario actualizado después de volver a verla con el nuevo reparto (en catalán)