Más de 24 años consecutivos de permanencia en el West End londinense avalan este musical de Willy Russell que ahora llega al Teatro del Raval en una versión más minimalista, pero conservando parte del mismo equipo que nos lo trajo ahora hace 20 años. Cantantes y actrices como Barbara Dickson, Angels Gonyalons o, incluso, la Spice Girl Melanie C, entre otras muchas, han dado vida a la señora Johnstone, papel que ahora recae en manos de la cantante del grupo «La puerta de los sueños», Virgínia Martínez. Sin duda, este es un gran acierto de casting, puesto que la actriz confiere al personaje la dosis exacta de ternura y fuerza, transmitiendo la empatía que el personaje requiere, gracias a su gran voz y a su interpretación.
La puesta en escena que nos presenta Ricard Reguant es minimalista y se adapta funcionalmente a la perfección a las características de la sala. De este modo, a la escenografía se le otorga su propia coreografía, la cual resulta muy visual y efectiva durante todo el espectáculo. Además, gracias a su sencillez, se llegan a evidenciar múltiples escenarios y situaciones que tienen la capacidad de crear emociones. Así pues, se trata de una apuesta más austera a la que estamos acostumbrados con los grandes musicales, pero que permite disfrutar del musical en su esencia. Sin duda, Reguant consigue crear momentos realmente emotivos con una atmósfera cautivadora gracias a unas voces excelentes muy bien combinadas, a una puesta en escena cuidadosa y a unos temas musicales muy buenos, que en el Teatro del Raval suenan maravillosamente de forma desnudada con el único acompañamiento del piano. Aún así, encuentro que el texto original pierde parte de su magia en las situaciones infantiles, las cuales no acaban de ligar con el resto de las escenas presentadas debido a su tratamiento, quedando incluso un poco ridículas y fuera de lugar. Quizás el hecho que sea un musical de hace ya treinta años y que inicialmente fue escrito para una función escolar, en una versión mucho más reducida de la que se puede ver de forma comercial sobre los escenarios, puede tener algo que ver. Por suerte, esta es una pequeña parte de la obra que no impide que salgamos del teatro con la sensación de haber visto un pequeño gran musical.