Es un espectáculo creado y dirigido por Diqui James que formó parte de La Organización Negra, un grupo que revolucionó el teatro argentino a principios de los 2000. En 2005 se creó esta gran producción Fuerza Bruta. En 2011 crearon una versión más perfeccionada: Fuerza Bruta Wayra. Tras triunfar nueve años en el off-Broadway, ha recorrido 37 países y lo han visto más de 6 millones de espectadores.
Fabio de Aquila es el coordinador general de Fuerza Bruta y dice: «Nuestros espectáculos son más para vivirlos que para verlos«. Y es cierto. Es un espectáculo asombroso. La gente va entrando en un espacio en el que no se ve el escenario, barras de bar para comer y beber, gente de todas las edades y música que incita a moverse. El espacio teatral es una sala grande, sin sillas en la que caben unas mil personas.
Es un trabajo de ingeniería teatral. Unas diez turbinas de aire enormes, 200 focos, una cinta deslizante de grandes dimensiones entre otras sorpresas. Todo esto requiere un gran despliegue técnico que sumados a los actores y actrices son 27 las personas que viajan con esta compañía. La música atrapa ya desde el primer momento. La obra comienza con el ritmo de bombos y tambores que se utilizan en la música folclórica argentina. Es una música entre tribal y electrónica que se va repitiendo y el público la corea. La banda sonora del espectáculo es de Gaby Kerpel que también formó parte, como Diqui James, de La Organización Negra. El diseño de sonido y luz crea una magia que acompaña a los actores, actrices, cuerpo de baile y acróbatas durante las diferentes escenas. Impresiona cómo se mueven por el aire, bailan, nadan en un espacio de agua que baja lentamente del techo o corren por una cinta deslizante. Uno de los encantos del espectáculo es la participación del público. Las bailarinas se mezclan entre el público para hacerlo bailar y lo consiguen, las turbinas de aire esparcen papelitos por encima de las cabezas del público, los cuales convenientemente iluminados crean una atmósfera festiva. Las cervezas, la música, la luz y la libertad de movimientos transmiten alegría. La diversión está asegurada.