Albert Quesada presenta un montaje donde tiene como objetivo llevar el flamenco al extremo de las diferentes modalidades de la danza.
En Flamingos, vemos como este baile tradicional es extrapolable a cualquier modalidad y, además, está presente, tal vez de forma sutil, pero allí lo encontramos, callado, calmado o gimiendo.
Una profesionalidad y disciplina en los movimientos de los intérpretes que te remueven y te transportan por diferentes mundos, todos ligados al que creemos que solo podemos encontrar en Andalucía, pero, precisamente, Quesada demuestra como el flamenco es un ser vivo vírico, que se contagia y se adentra dentro de todo lo que encuentra a su paso.