Sales del teatro pensando que es una obra pacifista. Es bastante más que esto. Es un canto al poco sentido que tiene ninguna guerra, donde no se sabe quiénes son los buenos ni quiénes los malos. Deja claro que todo el mundo la sufre, todos son víctimas.
La Compañía Les Fugitives, con un texto sencillo pero contundente de Maria Ten, dirigidas por Maria Ten y Laia Pujol nos adentran en una propuesta sin ideología clara, que defiende a las personas y su sufrimiento inútil por causa de un conflicto bélico.
Los personajes que interpretan las dos actrices, Maria Ten y Laia Pujol (alternándose con Judith Corona la mitad de funciones), son dos mujeres desconocidas que se encuentran casualmente en un refugio escondido de una guerra que está pasando fuera.
En un espacio escenográfico que consta de una burra cargada de vestuarios, cuatro cajas esparcidas y un sillón tapizado, una de las protagonistas se ha refugiado. La otra aparece repentinamente. Es rechazada inicialmente pero paulatinamente se van creando las confidencias y la complicidad que destensa los miedos y las desconfianzas. La que vive en el refugio, que era actriz y trabajaba en este teatro, le enseña el traje que debía llevar para el estreno de Hedda Gabler de Ibsen y que no se estrenó por culpa de la guerra. Poco a poco van compartiendo las diferentes visiones, expectativas y formas de soportar la situación de cada una de ellas. Magnífica interpretación de ambas actrices.
Las guerras pueden hacer surgir actos heroicos o cobardes pero este espectáculo defiende que ninguno de ellos debería ser necesario.
A pesar de ser una reflexión sencilla, tiene el mensaje y los ingredientes adecuados para ser mostrada en los institutos de secundaria.