La intimidad de Sala Flyhard invita al público a una vivencia comunitaria de unos hechos que se representan delante nuestro. Esta proximidad se ve reforzada con un recurso no original pero sí muy efectista de mostrar que la obra se va creando en el escenario como si fuera una página web: “en construcción”. Los tres intérpretes, maravillosos por cierto, se dirigen al público con socarronería y complicidad mientras muestran las dificultades que les impone su dramaturgo, sin texto, sin sala y con el agravante de que el músico no es actor profesional.
Sorprendente es esta obra creada y dirigida por Marc de la Varga. Es un entramado entre pasado y presente, ficción y realidad, salud y enfermedad.
Marc de la Varga ha creado una filigrana de historia en la que la vida de un compositor, músico de la Barcelona de los años 90 se imbrica con la música, el trastorno bipolar, las drogas y las confusiones con la realidad. Por eso han buscado a Daniel Higiénico, músico y compositor que debutó por la misma época, con el grupo Daniel Higiénico y la Cuarteto de Baño Band. Aunque no es actor, Marc de la Varga lo ha escogido por su capacidad performática. Se encuentra a gusto en escena y no nos extrañaría verle en alguna otra ocasión.
Con todos los elementos citados, el autor ha tejido una imperceptible pero sólida conexión. Es un canto de esperanza para la gente que sufre una enfermedad mental, tratada por cierto, con un respeto y exquisitez infinitas.
Mont Plans es la madre de este personaje confundido, alejado en algunos momentos y que ella lo devuelve constante y pacientemente a su realidad. Es una actriz polifacética que es capaz de bailar todas las salsas y ritmos modernos. Ella no puede sorprendernos. La tenemos muy arraigada a nuestro imaginario teatral.
Pau Vinyals es Marc, el dramaturgo que investiga la historia de este personaje legendario. Él, ganador del Premio el Apuntador 2020 de Núvol y llamado “actor con personalidad” por Oriol Puig, no es ninguna sorpresa. En Suite TOC núm. 6 el intérprete se convertía en la voz de Clara Peya. Su momento musical hacía poner la piel de gallina como lo ha hecho en esta obra cuando el músico se hace acompañar por “Pavaroti”. El gran registro vocal de Pau Vinyals sí que ha sido un descubrimiento.
La música es un hilo de unión en la historia de este músico y Álex Torío tiene la gran responsabilidad de que suene y nos resuene por dentro.