Una tragedia electrizante que pone los pelos de punta

Elektra

Elektra
13/12/2016

Elektra, cuarta ópera de Richard Strauss, estrenada en 1909 en Dresde, es un título poco representado en el Liceo. Sin embargo, es una obra para la que se necesitan cuatro cantantes de primera división debido a la enorme dificultad de los roles, especialmente el de la protagonista, la princesa Electra, hija de Agamenón y Clitemnestra, y hermana de Crisótemis y de Orestes. El libretista, Hugo von Hoffmansthal, se basó en la tragedia homónima de Sófocles y presenta una mujer obsesionada por un amor desmesurado hacia su padre y por el asesinato de este a manos de su madre.

En esta producción que se presenta en el Liceo en cinco únicas funciones, las voces, de auténtico lujo, son las de Evelyn Herlitzius como Elektra, Waltraud Meier como Klytämnestra, Adrianne Pieczonka como Chrysothemis y Alan Held como Orest. Un cuarteto inmenso encabezado por una Evelyn Herlitzius absolutamente pletórica, no solo como cantante, sino también como actriz. Herlitzius, una soprano dramática con una voz grande y ancha, homogénea, con graves y agudos espléndidos, parecía poseída por el personaje de Electra. En su descomunal actuación, daba la sensación de que el papel le era técnicamente fácil de cantar, cuando en cambio, infundía terror a los que la miraban, con sus ojos deleitosos por matar a la asesina de su padre. Pero Herlitzius no estaba sola. Waltraud Meier, una wagneriana veterana que en los últimos años ha perdido algo de voz, hizo todavía una Klytämnestra maravillosa, con su voz dura y aterciopelada. Hay que recordar que Christian Thielemann, uno de los máximos especialistas en Strauss del momento, las eligió a ellas dos para la representación y grabación de Elektra en la Ópera de Dresde hace un par de años. La tercera dama, Adrianne Pieczonka, una soprano con voz ancha, bonita y homogénea, hizo una Chrysothemis magnífica, y completó el cuarteto el barítono Alan Held como Orest.

Si tuviéramos que encontrar alguna pega a esta Elektra sería la orquesta, que dirigida por Josep Pons, se notó un poco faltada de brillo en los pasajes más delicados y líricos, mientras que en los de más fuerza y dureza, sonaba con convencimiento. El montaje, de Patrice Chéreau, fue sobrio y maravilloso. Era una imagen de tonos ocres del patio del palacio de Micenas, que con pocos elementos reforzó el carácter fatídico de una tragedia que deja sin aliento.

← Volver a Elektra

¡Enlace copiado!