El sueño de una noche de verano es un montaje ideal para introducirse en la afición por el teatro.
La comedia más lúcida de William Shakespeare es la más alegre y familiar de todas sus obras. Hacer teatro familiar es uno de los géneros teatrales más complicados pero de los más agradecidos. Joan Ollé, director del montaje, no quería hacer un sueño sino, una pesadilla de una noche de amor. Afortunadamente, no ha podido crear esta pesadilla oscura. Sí que hay crueldad implícita en las relaciones personales de los personajes. La violencia, tanto física cómo verbal, es presente en el montaje. Pero, el texto es tan poético que otra vez la luz ha vuelto a ganar la oscuridad.
Si hablamos de un Shakespeare, tenemos que hablar de los actores. Y en especial, los artesanos de esta noche de verano. Este grupo encabezado por un Xicu Masó en estado de gracia, traen el peso cómico de la trama. Parte importante en este texto porque el castillo de naipes del conjunto no caiga. También, hay que destacar el Puck que nos regala el actor Pau Vinyals. Es una combinación explosiva del clásico duende toca cojones y el malvado Joker, enemigo de Batman. Mezcla extraña, e hipnótica, a la vez.
El sueño de una noche de verano no es una pesadilla sobre el amor como dice su director, son dos horas de magia. Y qué es la magia sino hacer real el imposible.
Pero ya sabéis: “Si nosotros, vanas sombras, os hemos ofendido, pensad sólo esto y todo está arreglado: que os habéis quedado aquí dormidos mientras han aparecido esas visiones. Y esta débil y humilde ficción no tendrá sino la inconsistencia de un sueño…”.