El rey no debería existir. No me refiero a la figura del monarca (que también tengo una opinión) sino a la obra de Teatro del Barrio. Sin embargo, aunque no debería existir, resulta imprescindible, y eso es porque este país está fatal, y la cosa no es nueva.
El teatro puede y debe ser político y El rey no duda en lanzarse de cabeza a la piscina y decir unas cuantas verdades bien dichas sobre la Transición sus protagonistas y, como no, sobre Juan Carlos I. Con poca escenografía, mucha imaginación y un gran sentido del humor, Luis Bermejo, Alberto San Juan y Guillermo Toledo se la juegan en cada frase y no dejan títere con cabeza. Como debe ser.
Un espectáculo necesario y valiente que no deberíais perderos.