El recanvi promete una comedia basada en los rincones más oscuros de la política, en las mentiras y los tejemanejes con los que los políticos engatusan en la población para hacerla votar a tal candidato o a tal otro. Desgraciadamente, el texto no muerde y se acaba quedando en un relato pleno de lugares comunes más propios de la barra del bar.
Con una dirección obvia y con un punto esperpéntico, la única cosa que salva la tarde son las interpretaciones de Iván Morales y Mia Esteve, que defienden con dignidad una historia previsible desde el principio. Un esfuerzo loable pero, desgraciadamente, insuficiente.